El concepto de aire limpio implica una atmósfera cuyos niveles de contaminantes —como partículas PM10 y PM2.5, dióxido de nitrógeno o ozono— se mantienen por debajo de los límites fijados por la normativa estatal y europea, protegiendo así la salud de la comunidad universitaria y los ecosistemas circundantes. En el entorno universitario, su gestión se articula mediante sensores de bajo coste para campus que permiten mapear en tiempo real la calidad del aire en aulas, laboratorios y espacios abiertos, especialmente en campus cercanos a corredores viarios o zonas industriales. Las instituciones del sur, expuestas a episodios de polvo sahariano y altas temperaturas, han integrado protocolos de alerta ambiental universitaria con suspensión temporal de actividades al aire libre. En contraste, en el norte, donde predominan climas húmedos, se prioriza el monitoreo participativo de contaminación de moho y compuestos orgánicos volátiles. La mejora de la calidad del aire es fundamental para proteger la salud de toda la comunidad universitaria.
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Presencia de sustancias nocivas en la atmósfera que pueden afectar la salud humana, los ecosistemas y el clima. Incluye contaminantes como el dióxido de azufre, los óxidos de nitrógeno y las partículas en suspensión. ... |